HIROSHIMA
En segundos todo fue un caos indescriptible. La vida aparentaba haber desaparecido. Ella se sacudió el polvo que la cubría y se levantó de entre las ruinas: sus ojitos azorados vieron el espanto. De pronto asomó otra cucaracha y juntas se escabulleron por entre los escombros.
LA MUL'ÁNIMA
La condenaron a muerte en la horca por haber mantenido relaciones amorosas con un sacerdote. Mientras colgaba de la soga, se sintió un ruido de cadenas y ella expiró con un último relincho.
SALINIDADES
La historia bíblica de Sodoma y Gomorra en verdad también ocurrió en otras partes, solo que las Sagradas Escrituras no lo consignan.
Es así que en muchos lugares –al igual que la mujer de Lot– otras mujeres se convirtieron en estatuas de sal. El inexorable paso del tiempo fue desmoronándolas y hoy sus restos llegan a nuestras mesas en artísticos saleros.
PERDER LA CABEZA
Nunca entenderé como hay hombres que pierden la cabeza por una mujer -meditaba Juan en las sombras– mientras Salomé le sacaba brillo a una bandeja de plata.
Rodolfo Lobo Molas
En segundos todo fue un caos indescriptible. La vida aparentaba haber desaparecido. Ella se sacudió el polvo que la cubría y se levantó de entre las ruinas: sus ojitos azorados vieron el espanto. De pronto asomó otra cucaracha y juntas se escabulleron por entre los escombros.
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LA MUL'ÁNIMA
Rodolfo Lobo Molas
La condenaron a muerte en la horca por haber mantenido relaciones amorosas con un sacerdote. Mientras colgaba de la soga, se sintió un ruido de cadenas y ella expiró con un último relincho.
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SALINIDADES
Rodolfo Lobo Molas
La historia bíblica de Sodoma y Gomorra en verdad también ocurrió en otras partes, solo que las Sagradas Escrituras no lo consignan.
Es así que en muchos lugares –al igual que la mujer de Lot– otras mujeres se convirtieron en estatuas de sal. El inexorable paso del tiempo fue desmoronándolas y hoy sus restos llegan a nuestras mesas en artísticos saleros.
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PERDER LA CABEZA
Rodolfo Lobo Molas
Nunca entenderé como hay hombres que pierden la cabeza por una mujer -meditaba Juan en las sombras– mientras Salomé le sacaba brillo a una bandeja de plata.
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EL CARPINTERO
Rodolfo Lobo Molas
José revisaba las maderas recién llegadas a su carpintería. Separó un grupo de ellas pensando que deberían estacionarse más tiempo para un mejor secado y mayor robustez. Y así fue: treinta y tres años después -secas ya- se erguían sólidas y en cruz al final del Calvario.
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